Ay, estas horas de pedaleo. ¿Qué sentido tendrán? Pa’ delante, siempre pa’ delante. Preguntarse no está mal, me digo en voz alta, pero hay que seguir andando. Pucha, otra vez viento en contra; mejor paro, me tomo un mate y leo una dosis de Nietzsche para distraerme del frío en la ruta.
Salí una mañana a pedalear como hace tiempo no salía: solo. El frío estaba cantado, pero el abrigo parecía suficiente y unas tostadas con dulce de membrillo animarían el camino. El viento soplaba de frente, como si quisiera llevarme de vuelta a Virasoro, mi punto de partida en la provincia de Corrientes.
Insistí y me asombré ante los enormes campos de yerba mate, ese árbol que tanto tomé pero nunca antes había visto. Los senderos entre las plantaciones eran tan perfectos que me hicieron pensar en ciertos jardines laberínticos.

Foto de MateRojo, CC-BY-SA, más info.